Y así nos va. Y así seguimos. Y desgraciadamente seguiremos.
A nivel familiar siempre tenemos la razón, luego la familia se equivoca. Nuestro barrio siempre es el bueno, mientras que los otros barrios o bien son pijos o bien son unos garrulos (curiosa la manera de etiquetar, palabra de moda, a la gente), pero Dios (o quién sea) libre a los demás de etiquetarnos a nosotros.
Nuestra ciudad es la mejor, sobre todo si la comparamos con la ciudad rival (que siempre existe, que siempre es vecina y que en el 99,99 % de los casos es complementaria de la nuestra). Nuestra región es siempre mejor que las del resto del país, lo cual no deja de ser curioso ya que la ciudad rival antes nombrada (y que es el paradigma de la estulticia y de la escoria) suele formar parte de nuestra región...¡como serán los de fuera de la región!.
Y ya seguimos rizando el rizo, nuestro país es mejor que el resto de los países de nuestro continente, que realmente no saben vivir porque los que sí sabemos somos nosotros ¡y que nadie lo discuta!. Pero vamos a ir más allá, nuestro continente es el mejor, ¿las causas?, ¡que desfachatez preguntarlo!, somos más avanzados que los que tenemos al sur, los que tenemos al otro lado del mar no dejan de ser una bizarra versión de nuestra cultura y los que tenemos al este ¡por favor! ¿como nos vamos a comparar?.
En resumen, somos la élite de la élite, y encima estamos convencidos de ello, ¡viva la alta autoestima!.
El problema es que nos paremos a ver como va todo, el problema es que analicemos primero nuestro entorno y luego nuestro país. Crisis internacional, gobiernos nacionales intervenidos, gobiernos no intervenidos (o sí) pero gobernando a bandazos, luchas cainitas internas.... con franqueza ¡menos mal que nos queda el alta autoestima!, ¡es una pena que no podamos pagar las deudas con ella!.
¡Salud!
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