domingo, 28 de enero de 2018

La era de los ofendidos

Desde cierto puesto de trabajo por el que pasé, se me ha pegado un comentario a soltar siempre en un momento temporal lejano al carnaval, esa frase es “ya está ahí el carnaval y no sé que ponerme”, y la mejor época para decir dicha frase es entre el miércoles de ceniza y Semana Santa. Precisamente esta frase es muy aplicable (ahora de verdad) ahora mismo, el carnaval ya está ahí y yo (casi) no sé que ponerme.

Mi relación personal con el carnaval ha sido siempre un Guadiana; cuando era pequeño me encantaba, conforme crecía dejaba de gustarme…para volver a gustarme fugazmente en algunos años de la adolescencia y volver a no gustarme hasta estar bien crecidito, donde avatares de mi vida hicieron que volviese a abrazar el vicio carnavalero…actualmente mi relación con el carnaval está en un lugar profundamente metafísico: el limbo. Pero de todos modos, mi relación personal importa básicamente lo mismo que una memez estándar de cualquier ser vivo estándar, lo que realmente me “preocupa” es el futuro del carnaval, de la fiesta del Rey Carnal, de la fiesta de lo provocador, del momento de abrazar el paganismo (en el significado más amplio de la palabra).

Y ¿por qué temo por él?, os preguntareis vosotros queridos artabreadores, pues me remito a la Era en la que vivimos, que podría ser bautizada como “La era de los ofendidos”. El año pasado, uno de los carteles que publicitaban el carnaval coruñés sacaba una caricatura (dibujada con poco detalle) de un cura (u obispo o incluso sí podría interpretarse como el propio Papa de Roma), pues bien, una bienpensante asociación lucense de viudas se sintió ofendida y denunció dicho cartel; cada uno podrá tener su opinión pero, a mi modo de ver, no abrieron una espita sino que se sumaron a la tendencia actual: todo ofende. Ese “todo ofende” lo vi por primera vez en un “meme” (esa gran aportación de Internet a la poco decadente cultura global) en la que se comparaba a unos  jóvenes de los años 40 diciendo que se marchaban a pelear a la guerra con un joven actual que solo aparecía con el ceño fruncido con la frase I AM OFFENDED; temo que es un buen resumen.

Pues en esta época de las ofensas hará unos 15 días leí una situación que, desde mi decadente y memo punto de vista, fue una oda al absurdo; la situación era la siguiente: “La serie Friends es considerada ofensiva”, usando como uno de los argumentos las bromas hacia Ross sobre homosexuales en referencia a su ex mujer lesbiana… mi reacción fue frotarme los ojos ya que, en mi época universitaria, consideré genial, muy avanzado, muy valiente y muy integrador el capítulo de Friends en el que, por primera vez, se veía en una serie de éxito mundial una boda de dos lesbianas e igualmente como se normalizaba esa situación….pero no, ahora es una serie ofensiva.

Y ese ejemplo es lo que me hace, entre otras cosas, temer por el futuro del carnaval; el año pasado fue la asociación de viudas lucenses ofensivas por una representación, presuntamente, del Papa; el año actual podría darse el caso de que la Republica Argentina solicite que la gente no se disfrace de Maradona (disfraz fácil a la par que bonito) por utilizar tópicos futbolísticos, localistas y sobre la adicción a sustancias ilegales; el año que viene es posible que la federación de payasos pase a denunciar el poco reconocimiento a su arte por rebajarlos a típico disfraz de carnaval, y si seguimos así mataremos el carnaval y solo podremos…no, no podremos hacer nada en carnaval ya que TODO podría ofender a alguna persona y por ello nos lo autoprohibiremos en esta sociedad tan presuntamente libre en la que vivimos.

Pero bueno, por suerte, al menos para los gallegos, siempre nos quedarán los cocidos, laconadas, orejas, filloas y demás. Ya que no creo que ofendan a nadie (espero).



¡Salud! (y los que queráis ¡disfrazaros!, yo aún no sé si vuelvo a mi etapa carnavalera o no)

lunes, 1 de enero de 2018

¡Vamos allá!

Pues sí queridos lectores, hoy es día uno de enero y lo típico y tópico nos pide que se haga la típica entrada de felicitar el año que hoy empieza (más si no he hecho ninguna navideña este año), nos pide que tiremos de los buenos deseos, de los buenos recuerdos, de los buenos propósitos, de lo bueno, es decir, de lo tópico.

Pero los que me conocen algo ya saben que soy un bicho raro, así que no vamos a ir por ahí. No soy una persona que aplique sus consejos, pero creo que sí los puedo dar a la gente para así poder abrazar la incoherencia más absoluta. No os voy a dar los buenos deseos que antes decía, no, os voy a decir una sola cosa para encarar lo que empieza hoy: pelead.

Pelead sí, pelad cada día por que sea el mejor de vuestros días, metas a corto plazo (pasitos de bebé, que me dijeron en una ocasión más feliz). Pelead vuestro día a día para vencer, pero tened siempre en cuenta algo; habrá días en que seáis Blas de Lezo en Cartagena, o Montgomery en África, pero en otras ocasiones acabaréis el día como Alí Pachá en Lepanto o haréis el ridículo cual si fueseis la versión humana de la Linea Maginot; tenedlo en cuenta.

Luchad cada día, pero no os olvidéis de llevar vuestro escudo para las decepciones, que son peores que los disgustos y que no las detonan las discusiones, las detonan detalles aparentemente inocentes como una marca en una puerta, un recuerdo de un museo, un rayazo en el coche, una foto dentro de un grupo de recuerdos, una taza colocada de una determinada manera, un jarrón de un determinado modelo de Ikea…ya se sabe, detalles que te abren los ojos a las situaciones evidentes y decepcionantes que no éramos capaces de ver. Contra eso llevad siempre vuestro escudo y no dejéis de pelear cada día para que en cada uno de ellos se salga lo más victorioso posible.

Peleadlo, tratad de ser mejores para vosotros mismos, no relativicéis, centraros en vuestro propio yo, sonará egoísta pero creo que es lo que uno debe ser; si uno es bueno consigo mismo eso hará que sea mejor para la gente que realmente lo aprecia, los de verdad. Ese es el consejo que da este chapucero ártabro, que a duras penas se lo va a aplicar a si mismo pero que cree que vosotros debéis aplicarlo: pelead cada día, tratad de vencer para que cuando hagáis el (ahora sí) tópico balance de fin de año podáis decir: yo he tenido más victorias que derrotas.


Y para acabar van un par de cosillas; por un lado una canción que no me pega nada, que hasta es antigua, pero que tras oírla ayer en pleno festejo navideño creo que encaja a la perfección en mi ánimo de hoy a la lucha diaria, y por otro lado para demostrar la incoherencia de los anteriores cinco párrafos: ¡Feliz año! (ya sabéis, no busquéis en mi coherencia total, eso es imposible).




¡Salud!