lunes, 8 de octubre de 2012

¡Salve sumas Regentes!

Sí , era hora que se le dedicara una entrada, ¡ya iba siendo hora!, ¡ha tardado demasiado!, sí, señor, digoooo ¡sí señora!... el Ártabro va a dedicar una entrada a ese ser tan importante para la vertebración de nuestra sociedad ¡Las Señoras! (sí, sí con mayúsculas).

Están en todos los sitios, están en todos los sectores, están en todos los temas, y además (y reconocedlo) siempre, SIEMPRE, se les escucha (y se les da la razón)

Enciendes la televisión y hay una noticia económica, pues bien, lo que verás será una señora (sí sí una señora) a la que el periodista (¡uy perdón!, el periodisto o la periodista) de turno le preguntará sobre su opinión sobre la prima de riesgo (o sobre la subida del IVA, la retención del IRPF, o el paro en la comarca de San Apapucio de la Buena Nueva). Conectas la radio y hay una noticia sobre un desastre ecológico; pues la pregunta sobre él siempre acabará en una Señora, que apostolará sobre lo malo que es que se sufra una deforestación galopante provocada por la necesidad de compra de madera para la construcción de vateas para la producción de berberechos en cautividad en las Rías Baixas.

Si nos salimos de la tele y de la radio nos podemos quedar en nuestras casas.... efectivamente, es el hábitat de Las Señoras, siempre las encontraremos en las escaleras, siempre estarán junto a los buzones, siempre bajarán al garaje, siempre acudirán al trastero y siempre estarán en el portal.... y siempre tendrán preparada la pregunta más incómoda posible con una encantadora sonrisa en la cara a la cual no podrás hacer frente. Son letales.

Si vas a la calle es peor, los semáforos son la sabana en la que campan a sus anchas cual leones que persiguen a las indefensas gacelas (nota: nosotros, vale y nosotras, somos las gacelas, asumámoslo). Y sobre esas gacelas caen cual maldición bíblica, para sacar toda la información habida y por haber; dice la leyenda que al caer el sol y subir la luna se reunen en secretas reuniones y premian a La Señora que ha obtenido más información, pero nadie ha tenido valor para averiguarlo.

En las tiendas (¡de cualquier tipo!) nadie puede salvarte, su aparente vulneravilidad hará que acabes metido (vale ¡o metida!) en todo tipo de discusión con los dependientes / encargados / responsables / directivos / defensores del consumidor / lo que sea... por una compra que ni te va ni te viene, pero que es la de La Señora.

En definitiva, son una especie superior, son quienes dominan el mundo y, evidentemente, son quienes seguirán dominándolo. ¡Salve a Las Señoras!

Y os preguntaréis ¿y Los Señores?, pues bien, en este matriarcado en su gran magnanimidad Las Señoras les han dado un feudo propio e inexpugnable: El control / vigilancia / critica y/o comentario de las Obras Públicas. Es lo que nos queda compañeros, ¡es lo que nos queda!


¡Salud!

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