domingo, 29 de abril de 2012

Despertares

Se había despertado, no le gustaba su sueño, pero tampoco le gustaba la realidad que vivía. No encontraba mucho sentido a nada, dudaba de las elecciones que había hecho, dudaba de la filias que sentía, dudaba de las fobias que le invadían; y simplemente hablamos de su vida diaria, si ya nos vamos a las informaciones que veía sobre lo que le rodeaba, sobre la (su) sociedad, pues solo podríamos decir que unas profundas arcadas le invitaban a ver en qué se había convertido la sabrosa comida que había tomado horas antes.

En situaciones así ¿qué mejor que el sueño podría hacer que se evadiese de la realidad?, un sueño reparador haría que su mente se despejase, que su cuerpo descansase y que (a lo mejor) algo mágico hiciese que las cosas cambiasen cuando despertase; esto último era inviable pero está claro que de ilusión también se vive, solo hay que ver las caras de felicidad de los niños para darse cuenta de ello. Pero no, no le funcionaba, soñaba por la noche con lo que vivía por el día, lo que hacía que su mente no solo no descansase, sino que se agotaba más, era un circulo vicioso, y no conseguía salir de él, y por desgracia no sabía si lo conseguiría.

Era un simple trabajador al que "no pagaban por pensar", no un político o un sindicalista, ironías de la vida, pero parecía que él sí se había caído, ellos no.


¡Salud!

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