domingo, 17 de diciembre de 2017

Autodefensa

Los que me conocen lo saben, en determinados temas soy un bicho raro, y principalmente en los temas históricos (los que en este momento estaban esperando una disertación sobre Star Wars y sus diversos universos canónicos o no que sepan que me lo planteé, pero el miedo atroz a que alguien me destripe la nueva película me hizo envainármela con gran gallardía), es decir, que una anécdota histórica a mi me puede dar para dar el coñazo a mi interlocutor durante horas, con la consecuente cara de “pues bien” de el que me escuche.

Pues bien, y no lo digo por la cara de me importa lo mismo que el guano arrojado sobre el pacífico que suelo percibir, hoy estoy en un día que parece de calma tras la tempestad; estamos en un día de invierno galaico pero sin lluvia, estamos en el día siguiente al de ver en una improvisada caminata los efectos de cierta ciclógénesis (antes le llamábamos temporal, como ya dije en su día) sobre los verdores galaicos, de ver como algún árbol sigue titado en alguna postura equilibrista digna de algún circo superpirenáico, un día en el que parece que al sol le ha dado por salir y, por lo tanto, un día en el que uno se pone a barrenar en modo extremo.

Contado esto, y estando como estoy en unos días de no querer pensar en nada serio (so pena de catapulta), me puse a mirar al cielo azul y he visto lo soleado que estaba y ya me he planificado lo que haré en los próximos minutos: ponerme mi calzado más cómodo, un abrigo, mis gafas de sol e irme a repetir la caminata de ayer. El problema, como os dije, es que soy un bicho raro, y me he puesto a barrenar al coger las gafas de sol, y he caído en como llegan las modas a nuestros días. La moda de las gafas de sol llegó en época de post guerra (mundial), resulta que por motivos evidentes fueron un componente muy útil para los pilotos de aeronaves ya que (atención a la afirmación que el mismo Pero Grullo podría firmar) les protegían del sol, ¿qué? ¿cómo os habéis quedado?; y resulta que los pijos (perdón, ahora les llamaríamos influencers) del momento pensaron en que serían un complemento (toma palabro) de moda perfecto para lucir por el mero hecho de lucirlo. Curiosamente eso me hizo pensar otra cosa, ¿qué sentido tiene que una prenda militar croata del siglo XIX sea vestida a diario por medio mundo? ¡sí!; ¡hablo de usted señora nudo del ahorcado!, más conocida como corbata; o ¿qué sentido tiene que se vea a supuestos pacifistas vestidos con abrigos de camuflaje?...y ya esto me llevó a pensar que tras la moda del corte de pelo años 30 actualmente reinante vendrán los cascos de la IIGM adaptados a moto, o ¡vete tu a saber!. Lo curioso del tema es que esas prendas tan militares ahora no lo son y las lucen presuntos antimilitaristas... ¡cosas veredes amigo Sancho!

Y en estas divagaciones, o memeces de las mias, estoy mientras jugueteo con mis queridas gafas de sol (que ahora veo como primas hermanas de Rommel) cuando caigo en una frase que escuché en mis años de facultad, y por las que veo a mis gafas de sol como el arma (sí arma) de autodefensa definitiva; la frase fue la siguiente:

“Tienes unos ojos demasiado expresivos, con mirarlos se sabe lo que piensas”

Tras recordar esa frase, automáticamente, me pongo estas militaristas gafas, de vez en cuando hay que defenderse (aunque sea de un modo tan poco activo como con unas lentes de espejo).


¡Salud!


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