lunes, 1 de enero de 2018

¡Vamos allá!

Pues sí queridos lectores, hoy es día uno de enero y lo típico y tópico nos pide que se haga la típica entrada de felicitar el año que hoy empieza (más si no he hecho ninguna navideña este año), nos pide que tiremos de los buenos deseos, de los buenos recuerdos, de los buenos propósitos, de lo bueno, es decir, de lo tópico.

Pero los que me conocen algo ya saben que soy un bicho raro, así que no vamos a ir por ahí. No soy una persona que aplique sus consejos, pero creo que sí los puedo dar a la gente para así poder abrazar la incoherencia más absoluta. No os voy a dar los buenos deseos que antes decía, no, os voy a decir una sola cosa para encarar lo que empieza hoy: pelead.

Pelead sí, pelad cada día por que sea el mejor de vuestros días, metas a corto plazo (pasitos de bebé, que me dijeron en una ocasión más feliz). Pelead vuestro día a día para vencer, pero tened siempre en cuenta algo; habrá días en que seáis Blas de Lezo en Cartagena, o Montgomery en África, pero en otras ocasiones acabaréis el día como Alí Pachá en Lepanto o haréis el ridículo cual si fueseis la versión humana de la Linea Maginot; tenedlo en cuenta.

Luchad cada día, pero no os olvidéis de llevar vuestro escudo para las decepciones, que son peores que los disgustos y que no las detonan las discusiones, las detonan detalles aparentemente inocentes como una marca en una puerta, un recuerdo de un museo, un rayazo en el coche, una foto dentro de un grupo de recuerdos, una taza colocada de una determinada manera, un jarrón de un determinado modelo de Ikea…ya se sabe, detalles que te abren los ojos a las situaciones evidentes y decepcionantes que no éramos capaces de ver. Contra eso llevad siempre vuestro escudo y no dejéis de pelear cada día para que en cada uno de ellos se salga lo más victorioso posible.

Peleadlo, tratad de ser mejores para vosotros mismos, no relativicéis, centraros en vuestro propio yo, sonará egoísta pero creo que es lo que uno debe ser; si uno es bueno consigo mismo eso hará que sea mejor para la gente que realmente lo aprecia, los de verdad. Ese es el consejo que da este chapucero ártabro, que a duras penas se lo va a aplicar a si mismo pero que cree que vosotros debéis aplicarlo: pelead cada día, tratad de vencer para que cuando hagáis el (ahora sí) tópico balance de fin de año podáis decir: yo he tenido más victorias que derrotas.


Y para acabar van un par de cosillas; por un lado una canción que no me pega nada, que hasta es antigua, pero que tras oírla ayer en pleno festejo navideño creo que encaja a la perfección en mi ánimo de hoy a la lucha diaria, y por otro lado para demostrar la incoherencia de los anteriores cinco párrafos: ¡Feliz año! (ya sabéis, no busquéis en mi coherencia total, eso es imposible).




¡Salud!

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