domingo, 10 de diciembre de 2017

Consejos doy, para mi no traigo

En días como hoy, de lo que ahora se llama ciclogénesis explosiva, de lo que yo llamé toda la vida temporal y de lo que siempre escuchaba definir a mi abuela como “esto que no llega a ser como el Hortensia” uno sigue las recomendaciones de los bienpensantes responsables de las administraciones públicas y opta por quedarse en casa.

Estando en casa uno tiene tiempo para mil cosas, pero en ocasiones la tecnología te ayuda, como me hizo a mi ayer, averiándose. Una sencilla avería, fallo o lo que sea, de la tele hace que puedas pasarte la tarde alimentando el alma con aquello que nunca te falla, los libros, un poco de lectura; y para esas ocasiones casi me arriesgo a hacer una recomendación, sumergíos una vez al mes en una librería y dejad que un libro os llame. Pasead por los pasillos, revolved los estantes, observad como el librero de turno se acerca a ti para ver si ese chungo calvo con barba (al menos en mi caso) va a comprar o simplemente es un ser vivo a desterrar de su librería y, finalmente, compraos el libro en cuestión.

Llegad a casa y leedlo, no seáis una víctima de twitter, leed para poder crear criterio propio. Es algo que en la época de las ciclogénesis, de las hojas de ruta, de las implementaciones (y no de temporales, planes o aplicar algo) es tan novedoso que a veces uno se sorprende cuando una persona habla sin necesidad de tener que leer antes a su tuitero de referencia, a su partido de referencia o prestar atención a la chorrada pseudomoderna que mas se critique.

Como veis esta publicación de hoy es un híbrido entre ponerse en modo apóstol, crear un lamentable libro de autoayuda, autoayudarme yo en lo que sería un abrazo onanista a la ayuda o bien soltar pedanterías que me entronquen con las chorradas pseudomodernas de las que hablaba antes.

En resumen lo que pido es algo de autenticidad, poder olvidarnos de “comprar” paquetes ideológicos y arriesgarse a ser uno mismo; y os lo dice alguien cuyo escudo de armas podría titularse “Consejos doy, para mi no traigo”.

En resumen, y ya repitiéndome cual tortilla con cebolla, (sí, soy anticebolla en la guerra entre cebollistas y anticebolla) sed, por mucho que os cueste, vosotros mismos y haced un esfuerzo titánico en una cosa; si dais vuestra palabra, cumplid con ella, cumplirla. Cuesta, lo sé.

¡Salud!





P.D. y para rematarlo, en este momento tan señalado, pongo mi canción de ayuda a mi mismo atemporal.


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