En días
como hoy, de lo que ahora se llama ciclogénesis explosiva, de lo que yo llamé
toda la vida temporal y de lo que siempre escuchaba definir a mi abuela como “esto
que no llega a ser como el Hortensia” uno sigue las recomendaciones de los
bienpensantes responsables de las administraciones públicas y opta por quedarse
en casa.
Estando
en casa uno tiene tiempo para mil cosas, pero en ocasiones la tecnología te
ayuda, como me hizo a mi ayer, averiándose. Una sencilla avería, fallo o lo que
sea, de la tele hace que puedas pasarte la tarde alimentando el alma con
aquello que nunca te falla, los libros, un poco de lectura; y para esas
ocasiones casi me arriesgo a hacer una recomendación, sumergíos una vez al mes
en una librería y dejad que un libro os llame. Pasead por los pasillos,
revolved los estantes, observad como el librero de turno se acerca a ti para
ver si ese chungo calvo con barba (al menos en mi caso) va a comprar o simplemente
es un ser vivo a desterrar de su librería y, finalmente, compraos el libro en
cuestión.
Llegad
a casa y leedlo, no seáis una víctima de twitter, leed para poder crear
criterio propio. Es algo que en la época de las ciclogénesis, de las hojas de
ruta, de las implementaciones (y no de temporales, planes o aplicar algo) es tan
novedoso que a veces uno se sorprende cuando una persona habla sin necesidad de
tener que leer antes a su tuitero de referencia, a su partido de referencia o
prestar atención a la chorrada pseudomoderna que mas se critique.
Como
veis esta publicación de hoy es un híbrido entre ponerse en modo apóstol, crear
un lamentable libro de autoayuda, autoayudarme yo en lo que sería un abrazo
onanista a la ayuda o bien soltar pedanterías que me entronquen con las
chorradas pseudomodernas de las que hablaba antes.
En
resumen lo que pido es algo de autenticidad, poder olvidarnos de “comprar”
paquetes ideológicos y arriesgarse a ser uno mismo; y os lo dice alguien cuyo
escudo de armas podría titularse “Consejos doy, para mi no traigo”.
En
resumen, y ya repitiéndome cual tortilla con cebolla, (sí, soy anticebolla en la
guerra entre cebollistas y anticebolla) sed, por mucho que os cueste, vosotros mismos
y haced un esfuerzo titánico en una cosa; si dais vuestra palabra, cumplid
con ella, cumplirla. Cuesta, lo sé.
¡Salud!
P.D. y
para rematarlo, en este momento tan señalado, pongo mi canción de ayuda a mi
mismo atemporal.
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