lunes, 9 de septiembre de 2013

Madrid 2020...tampoco.

Pues sí, es la comidilla de estos días y el Ártabro tenía que comentarlo, ¡exacto!, hoy no me voy por las ramas, voy simplemente a hablar del no a la candidatura de Madrid como sede de las Olimpiadas de 2020.

En primer lugar hay que tener en cuenta una cosa, el "efecto 92" nos ha metido en la cabeza algo que este humilde ártabro no sabe si es cierto o no: Las Olimpiadas son una inyección para el país de un montón de dinero. Efectivamente, son una cuña publicitaria tremenda, son una excusa para "rehacer" o rehabilitar inmensas zonas de ciudades ya inmensas de por si; y son también la excusa perfecta para hacer obras faraónicas, obras en las cuales es muy facil que alguien "se despiste" con alguna partida de gasto.

Hemos vivido este sábado con ataques de hilaridad al constatar que los ponentes no eran precisamente unos grandes conocedores de la lengua de Shakespeare (mas bien son todo lo contrario, como la gran mayoría de los españoles, por desgracia); pero también  por desgracia no nos hemos parado a reparar en lo que sí parece que ha reparado más gente, y es el como nos ven, que es sencillamente un país con suficientes problemas como para meterse en otro tinglado de descomunal categoría.

Eso no quita una cosa, en 1992 se consiguieron unas olimpiadas en España, las de Barcelona, y se consiguieron (con toda seguridad) con medios de ética digamos "dudosa". Siempre ha sido así, y hay que ser un necio o un ingenuo para pensar que en el caso de Barcelona no. Ese caso fue muy sencillo, el presidente del COI era Juan Antonio Samaranch, llevaba lustros en el cargo y muchos de los miembros le debían favores así que... es bastante sencillo saber como se dieron. Si no fuera por eso habría pasado lo mismo que sucede ahora, y es que simplemente no damos (por desgracia) la talla, ni más ni menos, y parece que ni para hacer sobornos.

Lo triste ya es cuando hay gente que estaba en contra de las Olimpiadas por un sencillo motivo, por ser en Madrid, y no en otro sitio. Eso confirma una cosa, los poseedores de DNI o de pasaporte español en muchas ocasiones nacemos con la boina enroscada incorporada. A veces, nuevamente por desgracia,  parecemos el país más aldeano del orbe y eso es muy penoso.



¡Salud!

P.D. He de reconocer que, egoistamente, lo que más me molestó es que no podré ir a unas olimpiadas ubicadas cerca de mi casa nunca. Sé que es un motivo egoista, pero es sincero.

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