miércoles, 10 de abril de 2013

Lluvia ártabra de nuevo

En esta extraña primavera, en la que uno parece no tener tiempo para si mismo, aparecen noticias por doquier; aparecen polémicas que serán tapadas por otras al día siguiente, nos bombardean últimamente las noticias de fallecimientos, e incluso puede decirse que la amenaza del fin del mundo se cierne sobre nosotros por obra y gracia de un líder de aspecto "cómico".

Parece que estamos ante un bombardeo de noticias negativas, la de un presidente de la Xunta al que no le echaban cremita bien por la espalda cuando era amigo de un contrabandista ¿¿¿???¿¿¿??? (¿río o lloro?), la de un hijo de un "honorable" que se dedica a hacer turismo paradisíaco fiscal a lo largo y ancho de todo el orbe ¿¿??, la de unos sindicatos y gobiernos regionales llevándoselo calentito gracias a supuestos EREs (sobran los comentarios) , la de un supuesto cleptómano que mejor huye a Catar (Dios mio no me acostumbro a obedecer a la RAE con el nombre de este país) a ¿entrenar? a jugadores de balonmano) ¡¡¡!!!, a las de los continuos acosos (amigos argentinos, lo del escrache no lo veo, y teniendo la palabra acoso permitidme no usar ese "italianismo") a cargos del PP por causa de los desahucios.....vamos que es una maravilla leer la prensa...las ganas de liarse a mamporros está en crecimiento exponencial.

Y ante todo esto yo he acabado por hacer algo que ya me habéis leído en alguna ocasión (y que es muy facil de hacer estos días) ver llover, en este caso en la ciudad. Ver llover me despierta todo tipo de sentimientos; te permite pensar en tus problemas (y en la solución a estos) ya que da una gran capacidad para ver dentro de uno mismo (al menos a mi); te deja ver todo tipo de escenas desde otro prisma: Te despierta ternura cuando ves como un abuelo tapa a un niño de la lluvia, sobre todo cuando ves que el niño no se quiere tapar (por lo tanto acaba mojándose)  y el abuelo se destapa para tapar a su nieto (por lo que se moja también); despierta la risa cuando ves como la gente acaba por optar por una mojadura tras una lucha inútil contra Eolo en una esquina con remolinos de viento; despierta la imaginación cuando ves como las grandes avenidas se convierten en auténticos ríos que bajan caudalosos y brillantes ante la incidencia de las luces de las farolas; despierta tu preocupación por si podrás viajar a ver a la gente querida y te lo permitirá un brutal chaparrón que haga que tardes más de lo que esperan; despierta hasta el sentimiento de frío ...y el consiguiente deseo de envolverte en una mantita coger una taza de café y tumbarse a ver una película. En resumen, es para mi lo más evocador que hay.

Por eso en estos días en que al leer la prensa, ver la tele o escuchar la radio dan ganas de mandarlo todo a tomar viento, tratad de evadiros, buscad lo que os haga volar la imaginación y (al menos por unos momentos escasos) llevad vuestra mente lejos.


¡Salud!

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