miércoles, 20 de abril de 2011

Lo sublime de lo absurdo

Cada día que pasa la humanidad me sorprende más en su manera de pensar, y por desgracia no para bien; como ejemplo de esto voy a contar una anecdota.

Trabajo en una empresa de implantación digamos global, como sucede en muchas empresas, y para ¿aumentar? nuestas capacidades, nos bombardean con "hermosas palabras" como dinamismo, proactividad, sinergias positivas, e-learning, etc., etc., hasta unos niveles tales que sospecho que hay determinados responsables que llegan a un estado cuasiorgásmico cuando las nombran. Precisamente, esta mañana me encontraba realizando un apasionante curso en mi ordenador (e-learning es la palabra adecuada, parece ser) y la empresa,para demostrar lo cercana que es a sus empleados, habilitó una opción para dejar comentarios. Pues bien, el curso en cuestión lo "imparten" por medio de unas animaciones, en este caso las animaciones representan a 3 periodistas (del sexo masculino, ¡esto es un dato vital!); una vez acabé el curso fuí hasta los comentarios y una compañera de la empresa ponía en su comentario "¿qué pasa en esa redacción?, ¿solo hay hombres?" (sic.). La cara que se me quedó debe de ser lo más parecido al grito de Munch que puede recrear una cara medianamente humana, ¿en que mundo vivimos?, ¿criticamos por falta de "paridad" a un grupo de animaciones formativas?, ¿debo criticar que una de las animaciones no fuera abiertamente gay para que fuese correcta acaso?.

Un vez visto esto recordé algo que había oido por la mañana mientras acudía al trabajo, resulta que alguna asociación médica no recomienda ver partidos de fútbol extremandamente decisivos debido a la tensión que pueden provocar en sus espectadores y los potenciales riesgos cardíacos. ¡Vaya!, pensé yo, ¡así empezó el tabaco!; y me temo que teniendo en cuenta el "generoso paternalismo de Papá Estado" en 20 años o tendrá que prohibir (por nuestro bien claro, porque lo que pasa es que nosotros no sabemos pensar por nosotros mismos) todo deporte, ya que puede ser malo. Pero vayamos más allá, los infartos los puede provocar la emoción, por ellos ¡solucionémoslo también!; prohibamos el cine, la literatura, el arte, todo por velar por la salud pública por supuesto; y la mejor manera de hacer una "labor preventiva" será controlar lo que enseñar en las escuelas, si el siempre bienintencionado "Papá Estado" nos dice qué enseñar y qué aprender todo irá bien.... ¡qué mundo!.

Lo peor de toda esta sarta de burradas es que como podrían llegar a considerarse "políticamente correctas" no descarto que acaben sucediendo. Eso sería el triunfo de todo lo absurdo, seria conseguir que lo absurdo pasase a ser sublime.

Visto lo visto, lo mejor que podemos hacer es disfrutar estos días de vacaciones y desconectar todo lo que podamos, ¡algo que siempre ha sido sanísimo!

¡Salud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario