sábado, 31 de agosto de 2013

Érase una vez....

Érase una vez un país, un país soleado por unas zonas y muy verde por otra, un país que mucha gente quería visitar, una país con infinidad de cosas por descubrir y por ver, un país (en definitiva) que podría ser paradisíaco.

Érase una vez ese mismo país, que tenía gente que vivía en él, gente en apariencia trabajadora, gente en apariencia amable, gente en apariencia dispuesta y gente en apariencia preparada.

Érase una vez ese país, ese mismo país,  en al cual gentes que decían tener dignos trabajos como poceros, fruteros o simples empleados decidieron que podían dedicar a construir a diestro y siniestro.

Érase una vez ese país, sí el mismo, en el que se construía sin permiso, sin necesidad de que los ayuntamientos o los gobiernos regionales o el gobierno nacional dieran permiso, lo importante era construir en todos lados.

Érase una vez ese paradisíaco país en el que los políticos acababan por sacarse fotos y aprobar "extraordinariamente incentivados" esas obras en un principio ilegales.

Érase una vez el mismo, parece mentira pero era el mismo, país; país en el que la gente de a pie pedía créditos para irse de vacaciones a exóticos destinos o caros destinos nacionales...y los bancos les daban esos créditos. País en el que no había dinero para pagar otras cosas...pero las vacaciones o eran  "a todo trapo" o no las había.

Érase una vez ese lugar, ese país del que hablo, en el que los dirigentes de bancos semipúblicos eran declarados hijos predilectos o adoptivos en todos los pueblos habidos y por haber; dirigentes que casualmente daban puestos de responsabilidad a familiares y amigos de los mismos dirigentes públicos que les apoyaban en su nombramiento. 

Érase una vez ese mismo país, ese país maravilloso, en el que de repente los créditos de los bancos dejaron de fluir. En ese mismo maravilloso país las casas dejaron de venderse, en ese mismo maravilloso país las casas dejaron de construirse, y desde ese momento empezó a pasar algo.

Érase una vez un país, ya menos maravilloso, en el que se ve a promotores huir con dinero ajeno y construcciones que se quedan en el esqueleto. Érase una vz un país en que los políticos ¡oh sorpresa!, resulta que estaban implicados en corruptelas urbanísticas. Érase una vez un país en el que los antes premiados banqueros ahora son (para "sorpresa" de todos) los mayores hijos de demonio que jamas hayan existido. Érase una vez un país en el que la gente ya dejó de pensar en pedir préstamos para irse de vacaciones y pasó a pedirlos para subsistir...pero ahora no se los daban

Y finalmente érase una vez un lugar en el que la supuestamente trabajadora gente que vivimos en él nos sacamos la venda de los ojos y descubrimos lo que hemos creado.

Hemos creado un país que no parece tener futuro. Hemos creado un país en el que tan solo esperamos que pase la crisis actual para volver a empezar con el mismo sistema .....que sabemos que no funciona. Hemos creado un país que se mueve a golpe de tweet y no a golpe de necesidades reales de los ciudadanos. Hemos creado un país donde la gente preparada ha de huir de él. Hemos creado un país que tan solo puede aspirar a ser un destino vacacional. Hemos destrozado entre todos el país. La pregunta ahora es ¿tendrá arreglo?. No lo sé.


¡Salud!

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