domingo, 20 de marzo de 2011

¡Qué mundo este!

Vuelvo del estadio de ver a mi equipo dar un lamentable espectáculo; merecida derrota del Dépor tras 90 minutos de no fútbol, cualquier aficionado a cualquier tipo de deporte se puede imaginar el estado de frustración que ello genera (es irracional, pero es que el sentimiento de pertenencia cuasitribal que se tiene cuando eres aficionado tampoco es racional).  En resumen, me encuentro "cabreado como una mona", que se diría vulgarmente, y me da la sensación de que mi equipo del alma este año me está tomando el pelo.

Pues bien, para relajarme se me ocurre hacer una lectura de algún periódico de internet, y el monotema es evidente: Libia. Empiezo a leer las noticias y llego a una conclusión bastate clara: al tal Gadafi se le podría considerar un "hijo de satanás", ya que su demostrado compotamiento con su pueblo así lo muestra. El problema viene en el momento que en dichos periódicos empiezan a aparecer datos sobre las relaciones comerciales entre Libia y las bienpensantes democracias occidentales, resulta que el malvado Gadafi las habia engañado y ellas, inocentemente, le habían vendido armas pensando que las dedicaría a prácticas de tiro y a la caza del famoso pichón libio (imagino que ha sido así ya que en caso contrario llegaríamos a la conclusión de que quienes nos mienten son los bienpensantes y ¡no padre!, eso no es así). De igual modo en varios periódicos aparecen unos preciosos álbumes de fotos de Gadafi con los más altos mandatarios occidentales, pobrecitos ellos, engañados por el pérfido libio (insisto, quiero suponer que el mandatario norteafricano víctima del botox les ha mantenido engañados ¿no es así?).

Una vez ojeadas esas páginas me pasa algo raro, me pongo a pensar, y llego a una conclusión, ¡ya entiendo el motivo por el que el fútbol es el deporte rey!; lo es porque es una perfecta representación de la sociedad actual ya que ¡mi equipo me toma el pelo en el campo con su actitud (e incluso aptitud), del mismo modo que nuestros gobernantes nos toman el pelo con su actitud (y generalmente también aptitud)!. Tras este gran descubrimiento solo he podido hacer una cosa, ponerme a ver de nuevo Star Wars, ¡Darth Vader sí que era un malo como mandan los canones!, ¡él no te tomaba el pelo!, ¡sabias a que atenerte!.

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¡Salud!

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