martes, 13 de marzo de 2018

Pena: De brujas y cabrones

En algún momento de mi vida escuché, o malinterpreté a mi manera, una frase referida a la vida (valga la redundancia): “La vida es un mar de lágrimas con ridículos momentos de felicidad”. Quizá no era exactamente así, pero así lo entendí. Siempre fui de la sensación de que, pese a lo que se pueda pensar de mí, no soy un sujeto pesimista, sino que soy lo que llaman un “optimista bien informado”, es decir; no es que espere demasiado de mis semejantes (y si ya espero eso a mis años…mejor no digo como seré cuando llegue a la que ahora es edad de jubilación, recalco: ahora).

Desde mi punto de vista hemos venido a esta vida a encontrarnos con un montón de brujas y de cabrones (o machos cabríos, discúlpenme los amantes del lenguaje políticamente correcto, pero no sé el equivalente de brujas en dicho idioma, me sale solo “hechiceras del lado oscuro”, pero no sé si ese punto de frikismo es políticamente correcto); y que con esas dos clases de seres miembros de la ciudadanía hemos de lidiar. La cuestión es que normalmente esos cabrones y esas brujas simplemente te utilizan, te manipulan, te engañan, te mienten (o peor, te cuentan medias verdades), te dejan tirado, se aprovechan de ti y, bueno, te hacen cosas que en general encajan en todo lo antes dicho; pero en ciertas ocasiones pasa lo que estamos viviendo estos días en España, el caso del pobre niño Gabriel.

Esta criatura se encontró con su bruja particular, que deja a los cabrones y brujas de los demás en meras brisas de aire, se encontró con un ser incalificable, un ser que no solo hizo todo lo antes dije, sino que demostró dotes de sangre fría con los pobres padres y familiares dignas de provocar el vómito a cualquier persona con un mínimo de alma. Se encontró con que su bruja particular lo asesinó, lo cual es algo que no puede entrar ni en mis esquemas mentales, ni morales, ni en los de ninguna persona que tenga un mínimo de alma y humanidad. A cada noticia que sale sobre el tema es más estremecedor, más terrible, más incomprensible, más asqueroso, más incalificable (e irónicamente más adjetivable). No sé qué decir, evidentemente transmito mi apoyo a los padres del crio, apoyo que no vale absolutamente nada, ya que no tengo ni un atisbo de intuición de lo que puede significar a nivel de sufrimiento lo que están sufriendo esas dos personas. Solo sé que a la causante le deseo que la podredumbre que tiene su alma se extienda a todo su ser, nada más y nada menos. Y ya prefiero no entrar a comentar lo que el “mundo de redes sociales” patrio discutió estos días, algunas opiniones fueron tan repugnantes que no merecen ni el respeto ni el comentario.

Solo desear que Gabriel descanse en paz, y que los padres puedan no ya superar, sino sobre llevar lo que por culpa de, en este caso, esa bruja que ha hecho lo incalificable e incomprensible.

Tras esto los demás solo podemos pensar dos cosas sobre nuestras brujas y nuestros cabrones particulares; por un lado que con nuestras heridas, puñaladas y amputaciones figuradas saldremos adelante, si Cervantes (conocido como “El Manco de Lepanto”) fue quien de escribir EL Quijote y Blas de Lezo (conocido como “El Mediohombre” por las extremidades perdidas) fue quien de hacer lo que hizo en Cartagena de Indias, ¿qué no podremos hacer nosotros que solo hemos sido apuñalados y heridos por nuestros cabrones y brujas?; y por otro lado que pensemos una cosa que encaja poco en nuestro pensamiento culturalmente católico…el karma se lo hará pagar.

Así que lo dicho, en la situación actual pensemos en la desgracia de esos padres, de ese niño y la barbaridad que han sufrido. En esta situación transmitamos apoyo, saquemos lo bonito de la solidaridad de todos y nada más (y nada menos)

¡Salud!

Y Descansa En Paz.


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