Desde
cierto puesto de trabajo por el que pasé, se me ha pegado un comentario a
soltar siempre en un momento temporal lejano al carnaval, esa frase es “ya está
ahí el carnaval y no sé que ponerme”, y la mejor época para decir dicha frase
es entre el miércoles de ceniza y Semana Santa. Precisamente esta frase es muy
aplicable (ahora de verdad) ahora mismo, el carnaval ya está ahí y yo (casi) no
sé que ponerme.
Mi relación
personal con el carnaval ha sido siempre un Guadiana; cuando era pequeño me
encantaba, conforme crecía dejaba de gustarme…para volver a gustarme fugazmente
en algunos años de la adolescencia y volver a no gustarme hasta estar bien
crecidito, donde avatares de mi vida hicieron que volviese a abrazar el vicio
carnavalero…actualmente mi relación con el carnaval está en un lugar
profundamente metafísico: el limbo. Pero de todos modos, mi relación personal
importa básicamente lo mismo que una memez estándar de cualquier ser vivo estándar,
lo que realmente me “preocupa” es el futuro del carnaval, de la fiesta del Rey
Carnal, de la fiesta de lo provocador, del momento de abrazar el paganismo (en
el significado más amplio de la palabra).
Y ¿por
qué temo por él?, os preguntareis vosotros queridos artabreadores, pues me
remito a la Era en la que vivimos, que podría ser bautizada como “La era de los
ofendidos”. El año pasado, uno de los carteles que publicitaban el carnaval
coruñés sacaba una caricatura (dibujada con poco detalle) de un cura (u obispo
o incluso sí podría interpretarse como el propio Papa de Roma), pues bien, una
bienpensante asociación lucense de viudas se sintió ofendida y denunció dicho
cartel; cada uno podrá tener su opinión pero, a mi modo de ver, no abrieron una
espita sino que se sumaron a la tendencia actual: todo ofende. Ese “todo ofende”
lo vi por primera vez en un “meme” (esa gran aportación de Internet a la poco
decadente cultura global) en la que se comparaba a unos jóvenes de los años 40 diciendo que se
marchaban a pelear a la guerra con un joven actual que solo aparecía con el
ceño fruncido con la frase I AM OFFENDED; temo que es un buen resumen.
Pues en
esta época de las ofensas hará unos 15 días leí una situación que, desde mi
decadente y memo punto de vista, fue una oda al absurdo; la situación era la
siguiente: “La serie Friends es
considerada ofensiva”, usando como uno de los argumentos las bromas hacia Ross
sobre homosexuales en referencia a su ex mujer lesbiana… mi reacción fue
frotarme los ojos ya que, en mi época universitaria, consideré genial, muy
avanzado, muy valiente y muy integrador el capítulo de Friends en el que, por
primera vez, se veía en una serie de éxito mundial una boda de dos lesbianas e
igualmente como se normalizaba esa situación….pero no, ahora es una serie
ofensiva.
Y ese
ejemplo es lo que me hace, entre otras cosas, temer por el futuro del carnaval;
el año pasado fue la asociación de viudas lucenses ofensivas por una
representación, presuntamente, del Papa; el año actual podría darse el caso de
que la Republica Argentina solicite que la gente no se disfrace de Maradona
(disfraz fácil a la par que bonito) por utilizar tópicos futbolísticos, localistas
y sobre la adicción a sustancias ilegales; el año que viene es posible que la
federación de payasos pase a denunciar el poco reconocimiento a su arte por
rebajarlos a típico disfraz de carnaval, y si seguimos así mataremos el
carnaval y solo podremos…no, no podremos hacer nada en carnaval ya que TODO
podría ofender a alguna persona y por ello nos lo autoprohibiremos en esta
sociedad tan presuntamente libre en la que vivimos.
Pero
bueno, por suerte, al menos para los gallegos, siempre nos quedarán los
cocidos, laconadas, orejas, filloas y demás. Ya que no creo que ofendan a nadie
(espero).
¡Salud!
(y los que queráis ¡disfrazaros!, yo aún no sé si vuelvo a mi etapa carnavalera
o no)