Sí,
sé que hace demasiado tiempo que no escribo pero mi disciplina ártabra es
realmente rara; en ocasiones soy un estajanovista y en ocasiones parezco la
pereza personificada. En este caso la situación es extraña, se escribía y no se
publicaba ante la falta de convicción; sí, raro, y mejor dejo estos derroteros
que es ponerse demasiado “intensito”…y solo soy millennial según algunas clasificaciones de edades.
Como
sabéis, quizá lo recordéis como algo muy lejano, vivo en una pequeña ciudad,
aquí en la lejana Artabria; un lugar a donde nos prometerán en breve mejorarnos
las comunicaciones con el resto de la península en las próximas semanas (no penséis
que tengo alguna fuente secreta de información, es más bien que vienen
elecciones y ya sabemos que nos lo prometen siempre… ¡qué originalidad rebosan
nuestras potenciales señorías!), un lugar donde los lugares y las ciudades son
pequeños y pequeñas, un lugar donde sueles poder ir andando a todos los sitios
de tu ciudad/villa/lugar/aldea. Imaginaos cómo será el lugar donde vivo que
tengo más información sobre la evolución de la zona anteriormente conocida como
Madrid Central o sobre la evolución de manteros y contaminación en Barcelona
que sobre qué pasa con los servicios básicos de mi ciudad, así de importante es
el lugar donde vivo.
Y en
esta situación deben de estar más convecinos míos, superimplicados con la casuística de las dos centralidades patrias;
quemando twitter con la contaminación
de la metrópoli de la meseta o con la mediterránea, insistiendo en sus conversaciones
informales sobre la importancia de que en la ciudad más grande de Castilla
circulen más o menos vehículos por su zona central o siendo firmes defensores de
los graves problemas que generan los turistas en la gigantesca capital de
Cataluña (como veis voy a obviar las revoluciones neoburguesas que disfrutamos estos días), siendo esto último
supergrave para todos…creo.
Y digo
creo ya que, iba yo desde el barrio en el que resido al barrio en el que
trabajo una mañana, peleando contra los bostezos y orgulloso de no tener legaña
alguna en mis ojos, cuando vi una pintada; una pintada que decía lo siguiente: “El
barrio para quien lo reside, no para quien lo visite” y me quedé KO (es posible
que el hecho de que fuesen las 7 de la mañana influyese, ¡qué duda cabe!). Me
recordó esa pintada a ciertas pintadas vistas en alguna metrópoli donde se
decía “El turismo es terrorismo”, o situaciones donde los residentes de dicha
metrópoli protestaban por el turismo…y eso allí puedo llegar a entenderlo,
puedo llegar a entender que en una ciudad de millones de habitantes el turismo
en ciertos barrios genere molestias a los residentes, puedo entender que estos
protesten, podría incluso en su situación ser uno de los que protesten, lo entiendo.
Lo que me llama la atención es que en una ciudad de menos de 250.000 habitantes
y poco turística los turistas generen un problema a los ojos de algún convecino
mío…y eso (seguramente provocado por mis escasas entendederas) me hace desarrollar
una serie de posibles motivaciones a la pintada:
1ª
Realmente mi ciudad es superturística y yo vivo ajeno a ese problema social,
por lo que merezco ser lapidado figuradamente por parte del Ministerio del Amor
orwelliano (ahora conocido como twitter).
2º
El complejo provinciano de algunos es tal que llegan a querer sufrir los
problemas de las grandes metrópolis sin vivir en una de ellas.
3º
Realmente mi ciudad es gigantesca y las gentes de barrios periféricos van a
otros barrios periféricos haciendo totalmente imposible el día a día de los
residentes, generando que la vida tranquila sea un reto homérico ante la
pérdida de servicios en los barrios y, a su vez, generando la lógica exigencia
de una segregación “barrial” de las gentes.
4º
Realmente el barrio que atravesaba desde el mío, para llegar a otro barrio
donde está mi puesto de trabajo, vive un momento de autoidentificación patriótica barrial y merece un referéndum para
independizarse de Artabria ya; y yo, desconocedor de tal sensibilidad, ironizo
con ello.
Cualquiera
de las opciones antes planteadas hace 15 años provocarían como mucho 3
chascarrillos entre quienes lo lean…en el mundo actual creo que voy a pedir un
perdón preventivo por hacer una mezcla de realidad y retranca para plantear esa
situación que me pareció cómica…al tiempo que me planteo independizar la
avenida que atraviesa mi barrio.
De
todos modos, y como siempre, me despido diciendo quizá el mejor deseo y la
mejor palabra que se le puede desear (valga la redundancia) a alguien:
¡Salud!